Hablar estos días de amnistía inspira una cierta melancolía. Sobre todo porque la que vendrá no será como la de 1977, cuando se tanteaba la posibilidad de empezar una nueva etapa de nuestra triste historia, imaginando una enmienda a aquel momento terrible de 1945 en que los aliados acabaron con el fascismo en Europa y creyeron una idea excelente convertir a España en una ominosa excepción.