A pesar de que el tiempo es una noción que carece del orden que la humanidad le otorgó, la gramática previó el uso del presente continuo, esa acción atada al gerundio, que siempre he imaginado como una espiral redonda. Hoy por hoy no sé todavía si debo decir que “tuve”, “he tenido” o “puedo estar teniendo” cáncer.