El pescador de arrastre vive y trabaja en régimen de libertad vigilada. A las cinco y media de la madrugada, Marcos Curto (54), armador y patrón de la embarcación Pepita Comí, como todos sus colegas del Mediterráneo español, enciende el ordenador portátil y solicita telemáticamente a la secretaría general de Pesca la asignación de un número de marea sin el cual no podría salir a faenar.