Incluso los avances positivos pueden tener efectos adversos. El mejor ejemplo lo aportan los medicamentos, que están rigurosamente regulados para que aporten beneficios minimizando sus daños. Otro ejemplo son los móviles en la adolescencia, que facilitan las relaciones y el acceso a contenidos a los jóvenes y suelen dar tranquilidad a los padres, pero que no están exentos de riesgos.