Los entornos escolares de Barcelona son un espacio propicio para la práctica de absurdas reflexiones antropológicas, ahora que se está debatiendo, una vez más, la modificación de la ordenanza del civismo. A casi todo el mundo le transmite alegría caminar por delante de un colegio y encontrarse con esos locos bajitos en edades iniciales, aunque vayan acompañados de personas mayores.