Opinión

Asco de grafitis

La VanguardiaMargarita Puig
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La casa en que nacieron mi padre y su inagotable lista de hermanos, la misma en que llegó al mundo el suyo y juraría que hasta mi bisabuelo, está en una callecita que ha cambiado tantas veces de nombre que no tengo la certeza de que aún se llame Lluís Vives como venía haciéndolo la semana pasada.
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