Alegres, dicharacheras y arregladas, las chicas quedan estas noches de diciembre para cenar, ponerse al día y capitidisminuir a maridos, novios y simpatizantes cubanos de Ultramar. Es tal la socialización que comer, lo que se dice comer, es lo de menos para ellas y lo de más para los dueños de los restaurantes, gente desaprensiva a la que la línea, el colesterol y el wellness se la trae al pairo.