Te diriges a Atrio observando a ambos lados de la carretera la dehesa húmeda y verde, estos días llena de charcos, envidia de quienes venimos de tierras sedientas de lluvia. Hasta que llegas al espectacular casco viejo de Cáceres y cruzas la puerta del edificio que con tanto acierto integraron en el corazón de la ciudad los arquitectos Tuñón y Mansilla.